...que la tela no es más que un arreglo de hilos, que tu vida es una urdimbre y la alimentas de deseos...
Gala de León y Jiménez
No lo aguantan, claro, cómo iban a poder. Casi todos ceden, se rinden, y buscan una Arachné cualquiera, un autor, una Mano en la Capilla Sixtina, alguien fuera de la Caverna, Don Giovanni, Deus ex Machina, el Monesvol, ein Deutsches Requiem, o Yahvé, o los moais de Pascua o el Arquitecto de Matrix o la huella de Eru, lo que sea pero algo, por favor, por piedad, algo que insinúe un orden, que cuadre el puzzle, que niegue el Caos. Los embriaga el miedo al qué más da, el terror que emana de Azathoth, mil centurias más viejo que Lovecraft.
Mahler con 6 años. Tiernísimo.
No obstante, si mal no recuerdo, fue la pureza de las drogas, y no su contaminación, lo que hizo a Jeckyll perder las riendas de Hyde. Si nos ponemos profundísimos (y deberíamos, pues el señor Stevenson acabó por mandarlo todo a tomar por, y fuese a una isla tropical a verse encoger el pene), la moraleja de la historia, más que vigilar que no te echen porros en los cubatas, es abandonar esta obsesión enfermiza que aguijonea al Homo desde los tiempos del mármol y la sodomía bien entendida: la búsqueda de la esencia, de la razón última de las cosas, la partícula más pequeña, el ἄτομον.
Da igual cuán magna sea la acción tonta que cometas: mandarle un sms a tu rubia, "tenemos que hablar", o erigir el gran Colisionador de Hadrones bajo los Alpes. Casi seguro que una respuesta no hará más que dar pie a otras diez preguntas, cual hidra gnóstica bien encabronada, y a ti, a ti te crecerá la barba para que te la puedas mesar bien con una cara de idiota similar a la que veo yo cada mañana en el espejo del baño.
Una foto bonica de estrellas.
Subo entonces a la azotea (la de SRV), y me dejo sobrevolar por las estrellas. Hay un breve ritual, mechero, vaso, Pueblo y café, y abajo ronronea la ciudad, la ciudad-mar con apnea del sueño. Ronca, ronca como un niño inmenso y salvaje, ronca en do menor, pero le fallan gargantas. Voces le faltan. Pues he sabido que hay más azoteas y más insomnes tripulándolas. He sabido que no sólo a mí me han desvelado Mahler y su foto de niño aterrorizado por el mundo mismo. Sí, de eso estoy seguro, eso lo sé, y quiero saberlo. Y nada, absolutamente nada más, señor Hyde, señor Stevenson. Jeckyll aguanta.